El significado de la palabra “despedida”, no siempre suena igual en  nuestros oídos.
Podemos estar en una fiesta de “despedida de soltero” y disfrutamos  mucho , lo pasamos muy bien, o podemos estar frente a un féretro  “despidiendo” los restos de una persona a la que amamos mucho y sentir  que nuestro corazón se rompe a pedazos.
Todos tarde o temprano pasamos momentos de “despedida”
“Despedimos” a nuestros hijos, cuando ya con sus alas extendidas se  largan a la vida por sus propios medios y capacidades, nos “despedimos”  de amigos que toman otros rumbos, nos “despedimos” de nuestra propiedad  porque nos vamos a vivir a otro lado, nos “despedimos” de compañeros  porque nos vamos a otro trabajo, y así tenemos una larga lista de  “despedidas”
Recordé de una familia que vivió una “despedida” muy triste.
¡Cuanto dolor en esa casa! Todo era lloro y pesar, las personas que allí  vivían estaban desgarradas, el silencio solo era interrumpido por el  llanto.
No muchos meses atrás ese hogar era un lugar espléndido, un lugar de  paz, de muchos amigos, de risa, de bullicio, pero ahora era todo lo  contrario, rostros apesadumbrados, ¡tristeza! ¡Lamento!, faltaba uno de  los integrantes de la familia, hacia cuatro días que había fallecido, ya  lo habían sepultado, y cada día que pasaba se sentía más su ausencia.
Que solas se encontraban Marta y María, habían “despedido” a su  hermano, ese muchacho que posiblemente era el sustento de la casa.
Pero ese día llega Jesús a esa casa y cambia radicalmente la  situación, trae la vida, haciendo uno de los tantos milagros, y  resucitando a Lázaro.
En los años que llevo, he vivido momentos difíciles de “despedida”
Me ha tocado “despedirme “de mis abuelos, de tíos, de cuñados, de mis  padres y de mi único hermano; pero en cada una de esas “despedidas” ha  quedado la esperanza de la resurrección, y se positivamente que esas  “despedidas” son transitorias, la promesa de Jesús dice que: “aquel que  en mi cree no morirá jamás”, estoy aferrada a lo que la palabra de Dios  dice.
Aquellos que hemos creído en Jesús somos muy felices, porque sabemos  que las “despedidas” no son para siempre.
por Mary Romero




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