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martes, 8 de marzo de 2011


Matutina - Marzo 2011





La Matutina.

Plenitud en Cristo
Pr. Alejandro Bullon.












EN MEDIO DE TI


16 de marzo


Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti
con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.
Sofonías 3:17.

N
o lo ves; yo sé que no lo ves. Hay momentos en que, por más que lo ne-
cesites y lo desees, no lo ves. Las nubes del dolor y de la tristeza son tan
densas que no te permiten visualizarlo. En esos momentos, solo resta la fe.
¿Cómo entender que la persona que un día te juró amor eterno de re-
pente mira a tus ojos y, casi con indiferencia, te dice: “Se acabó; necesito de
un tiempo para pensar”? ¿Pensar... qué? ¿Que el amor no era amor? ¿Que no
sabía lo que estaba haciendo; que se engañó?
La promesa bíblica de hoy es que el Señor está en medio de ti. Aunque
no lo veas. Aunque el corazón herido te grite, llorando, que Dios también
te abandonó. Aunque quisieras dormir, y nunca más despertar. Dios está en
medio de ti, poderoso, y te salvará.
¿Te salvará... de qué? En los tiempos de Sofonías, Dios estaba prometien-
do a Israel salvarlo de sus enemigos. La destrucción se aproximaba; el pueblo
temía, y la promesa llegó por medio del profeta.
Tu situación, hoy, es diferente; no hay ejércitos enemigos que amenacen
tu integridad física. Pero, la promesa es válida todavía: Dios te salvará del
dolor, de las lágrimas; de esa noche oscura que estás viviendo.
Si Dios cree que es lo mejor para ti, trabajará en el corazón de la persona
amada que se fue. Pero, tal vez, sea tu corazón en el que el Señor necesite
trabajar. Para encontrar la felicidad en familia, es necesario primero ser feliz
a solas.
La vida no acabó; aunque tus sentimientos lo digan en voz alta. La vida
continúa. Hay sol allá afuera, y las fl ores se abren anunciando el nacimiento
de un nuevo día. Despierta. Hay una multitud de ángeles dispuestos a cantar,
en coro, tu victoria.
En el nombre de Jesús, repítete a ti mismo: “Estoy vivo”. ¡Es eso lo que
importa! Puede ser que estés herido, pero estás vivo y, con eso que te resta
de vida, Dios todavía puede escribir la más linda historia. Recuerda: “Jehová
está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará
de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”.









17 de marzo



ANSIEDAD


Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la
paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6, 7.
E
n este mundo hay millonarios. Literalmente, no saben qué hacer con el
dinero. Lo desperdician; lo malgastan. No saben qué más inventar para
agradar a sus sentidos.
En Manhattan, por ejemplo, en la calle 60 Este, está ubicado el restaurante
“Serendipity III”. Allí se vende el exclusivo helado “Frrrozen Haute Chocolate”.
Las tres erres son para resaltar la exageración y la sofi sticación del codiciado
postre.
Para probar esta delicia, hay que pagar 25 mil dólares. Está elaborado con
una mezcla de 28 tipos de chocolate, incluyendo los 14 más caros del mundo.
Viene cubierto con una hoja de 5 gramos de oro comestible, y servido en una
copa de cristal y oro de 18 quilates, adornado con un brazalete de oro, y dia-
mantes en su base.
La gente que se da este lujo usa una cuchara de oro, decorada con diaman-
tes de color chocolate. Para complementar la experiencia, el postre incluye una
trufa, “La Madeleine”, del famoso chocolatier Fritz Knipschildt.
Cuando lees noticias como esta, con seguridad se apodera de ti una mezcla
de sentimientos. De repente estás pasando por uno de esos momentos difíciles;
sin empleo, sin dinero y sin perspectivas. ¿Dónde está Dios, que permite in-
coherencias como estas? ¿Por qué unos tienen demasiado y otros nada poseen?


El versículo de hoy asegura: “por nada estéis afanosos”. La palabra “afano-
sos”, en griego, es merimnao, y signifi ca “preocuparse demasiado por lo que
no se tiene”. El consejo de Pablo es: “Agradece a Dios por lo que tienes”. Si lo
haces, percibirás que la paz de Dios inunda tu corazón y, en vez de que tus pen-
samientos se pierdan en las atrocidades que algunos millonarios hacen con el
dinero, tus pensamientos se concentrarán en las maravillas del amor de Dios,
como la vida, la salud y las mañanas nuevas de cada día, que traen desafi antes
oportunidades.
Sal, hoy, dispuesto a olvidarte de las difi cultades. Agradece a Dios por lo
poco o lo mucho que poseas. No te olvides del consejo de Pablo: “Por nada
estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús”.






¿A DÓNDE?


18 de marzo


¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Aun
las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo
mismo te son las tinieblas que la luz. Salmo 139:7, 12.

S
i alguna vez has soñado con ir al espacio, tu sueño se puede volver rea-
lidad... por unos cuantos millones de dólares.


La Agencia Espacial Rusa
ofrece este servicio hacia la Estación Espacial Internacional, por la suma de
veinte millones, a bordo de la nave “Soyuz”. Pero, ¡apúrate! Al parecer, hay
reservaciones hasta por un año. Ahora bien, si quieres ir allá con la idea de
esconderte de Dios, ¡olvídate! El Espíritu de Dios te seguirá y te perseguirá,
hasta encontrarte.
¿Ya te preguntaste por qué los malhechores escogen la noche para come-
ter sus fechorías? ¿Por qué los lugares de pecado abren sus puertas durante
las horas oscuras? Existe, en el subconsciente del ser humano, la idea de que
las sombras pueden protegerlos de los demás.
¡Quién sabe, quizá puedan...! de los otros seres humanos. No de Dios. El
versículo de hoy afi rma que, para Dios, “la noche resplandece como el día”.
Para él, no existe noche, ni tinieblas, ni sombras, ni oscuridad. Dios es la
propia luz; su mundo es transparente, iluminado y limpio.
La oscuridad no te esconde de nada; te envuelve, con su sábana negra,
para asfi xiarte en la prisión de tu culpa. Te sofoca, te enloquece; te hace per-
der la noción del orden. Crea fantasmas imaginarios. Tus propios fantoches;
aquellos, nacidos en tu vida de penumbras.
Dios desea que vivas en la luz de su presencia. Por eso te llama, te sigue,
y quiebra el poder de las tinieblas. No hay distancia capaz de esconderte, ni
tinieblas que impidan que te vea y te cuide.
¡Ven a Jesús! Acaba de nacer el sol de un nuevo día. Mira cómo te sonríe.
¡Despierta! Sal de la oscuridad del dolor, del rencor y de la autocompasión,
rumbo a la claridad del alivio, del perdón y del optimismo. No corras; no
sigas corriendo. No trates de esconderte. La presencia de Jesús, en tu vida,
solo traerá bendiciones. Quebrará el poder de tus temores; te liberará, y te
dará alas para volar en dirección del azul infi nito de tus sueños.
Empieza la jornada de este día preguntándote a ti mismo: “¿A dónde me
iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Aun las tinieblas no en-
cubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas
que la luz”.







19 de marzo



ALABAR


Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre,
oh Altísimo. Salmo 92:1.
V
ivió cantando. Desde pequeño. La música corría por sus venas. ¡Había
nacido para cantar!
Al principio de su carrera, exaltó el nombre de Jesús. Reconocía a Dios
como el Dador de todo lo bueno que poseía. Después, vinieron la fama, los
aplausos y el dinero. Y se olvidó de que su voz era un talento que Dios le
había confi ado. Se perdió en la selva del reconocimiento humano, las luces y
la gloria terrena. Dejó de glorifi car el nombre del Creador, y aceptó la gloria
para sí.
Tuvo un fi nal triste. La trágica mañana del lunes 17 de agosto de 1977,
hallaron su cadáver en el piso del baño del hotel donde estaba hospedado.
Había muerto por una dosis exagerada de barbitúricos; algunos creyeron
que cometió suicidio.
El versículo de hoy dice que es bueno cantar. Pero, antes del verbo cantar,
viene el verbo alabar, que literalmente quiere decir “rendir gracias”.
Cuando el cántico es la expresión de un corazón agradecido, hace un
bien tremendo al espíritu. El corazón tiene ganas de seguir viviendo, y las
difi cultades se vuelven pequeñas.
Al reconocer que existe un Dios Todopoderoso, tú sabes que no estás
solo, y que nada ni nadie será capaz de destruirte.
Las tormentas pueden llegar; en este mundo, los hijos de Dios no están
libres de tempestades. Pero, serás capaz de andar, como Pedro, victorioso y
sin temor, en medio de los vientos contrarios.
Por eso, el Salmista menciona que es “bueno” alabar a Dios. Alabar es
reconocer que tú eres criatura, y que Dios es Dios. Mientras no te olvides de
este principio básico, estás sobre seguro. Pero, cuando intentes invertir los
papeles y hacerte el dios de tu propia existencia, te metes en difi cultades, y lo
percibes recién cuando tu embarcación se está hundiendo.
Además, puedes clamar a Dios, que él está dispuesto a acudir en tu auxi-
lio y hacer, por ti, lo que tú no puedes hacer por tus propias fuerzas.
Hoy es un nuevo día. Día de agradecer, alabar y bendecir el nombre de
Dios. Alabar es un seguro en contra del pesimismo. El desánimo jamás se
apoderará de un corazón agradecido.
Repite, junto con el salmista: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar sal-
mos a tu nombre, oh Altísimo”.







PROPÓSITO    ETERNO


20 de marzo


Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él. Efesios 1:4.
O
diel anhela vivir la vida en su plenitud. “El cielo es el límite”, se repite
a sí mismo; y corre sin frenos por la carretera peligrosa de la vida. Es
joven; demasiado joven, tal vez, para haber pasado por la escuela del sufri-
miento. Por eso, cree que el dolor solo existe para los que se permiten ese
“lujo”.
Sus padres sufren. Observan la desenfrenada carrera del hijo único. Qui-
sieran decidir por él, pero es imposible: llega un momento en que, a los
padres, solo les resta orar, rogando porque al hijo le vaya bien. Cualquier
palabra de advertencia levanta más el muro de separación que el propio hijo
erige.
Odiel detesta la palabra “santo”. La relaciona con adultos fanáticos, que
obligan a los jóvenes a vivir sin alegría ni gozo. En su mente evoca seres tris-
tes, con el ceño fruncido y amargura en las palabras. Cada vez que oye hablar
de la santidad, piensa en lo que está “prohibido” hacer.
Pero la santidad, según el versículo de hoy, tiene poco que ver con dejar
de hacer cosas malas o practicar cosas buenas. Santidad, en el sentido literal
de la palabra, signifi ca haber sido “apartado para un propósito especial”; la
consciencia de ese propósito es la que te lleva a vivir una vida diferente.


No estás en esta vida por casualidad. Desde antes de la fundación del
mundo, Dios deseaba que tu existencia fuese sin mancha. La mancha no
consiste en actos malos, solamente; la peor de las manchas es el deterioro del
maravilloso carácter de Jesús en tu vida. En el griego, la palabra mancha es
amomos, que signifi ca imperfecto, defectuoso.
No fue así que saliste de las manos del Creador. Tu destino es glorioso. El
propósito, para tu existencia, es la perfección. Pero, algo sucedió a lo largo
del camino y, hoy, el propósito divino se está deteriorando en ti.
Santidad es volver al estado de plenitud que Jesús anhela; un estado en el
que el mayor benefi ciado eres tú. Por eso, no salgas hoy por los caminos de-
safi antes que este día te presenta, sin tomar consciencia del propósito divino
para tu vida, y sin recordar que “nos escogió en él antes de la fundación del
mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”.










21 de marzo



USA TU DON


Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como
buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.
1 Pedro 4:10.
E
rik vivía como si no necesitase de nadie. En cierta ocasión, mientras un
incendio destruía la casa de un vecino y todos corrían de un lado para
otro tratando de ayudar, él miraba de brazos cruzados. Entonces, alguien le
preguntó:
–¿No vas a hacer nada? ¿Te vas a quedar mirando, solamente?
–Cada uno cuida de su vida –respondió, levantando los hombros.
Y se alejó como si nada estuviese sucediendo.
La indiferencia parece ser el mal de nuestro siglo. Las personas están tan
ocupadas en resolver sus propios problemas que llegan al punto de pensar
que son las únicas que existen y que necesitan de ayuda.
Pero, el consejo de Pedro es que, si queremos ser gente realizada y feliz,
debemos vivir al servicio de los demás. Es interesante el modo en que Pablo
empieza el versículo de hoy: “Cada uno”, dice. La responsabilidad de minis-
trar los dones del Espíritu no es colectiva; empieza con el individuo. Nadie
puede esconderse detrás de los otros, bajo pena de caer en la arena movediza
de la indiferencia.
Cada uno, “según el don que ha recibido”. Nadie vino al mundo sin algún
don, y todos somos responsables por administrar ese don en favor del ser
humano. El ejercicio del don para ayudar al semejante hace de una persona
un ser altruista y victorioso.
La palabra “ministrar”, en griego, es diakoneo, que signifi ca “servir”. El
secreto de una vida realizada es el servicio. Vivir solo en función de las pro-
pias necesidades, sin prestar importancia a las necesidades ajenas, convierte
al corazón en un pozo de egoísmo.
La diferencia entre un manantial y un pozo es que el manantial deja
correr sus aguas, y por eso permanece limpio y transparente. El pozo no;
el pozo guarda, retiene y esconde. Con el tiempo, sus aguas se corrompen y
solo sirven para provocar la muerte.
Toma este nuevo día como un día de servicio. Aprovecha cada minuto
para usar el don que Dios te dio en favor de otros. Edifi ca vidas; haz felices a
las personas que están a tu lado. Y recuerda el consejo de Pablo: “Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos adminis-
tradores de la multiforme gracia de Dios”.








¡ADELANTE!


22 de marzo


Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia
atrás, es apto para el reino de Dios. Lucas 9:62.
¡N
o te desanimes! Aunque todo te parezca perdido. Hay agua allá, en el
fondo; continúa cavando. Muchos han muerto de sed a la orilla del
río. Faltaban apenas unos pasos, pero miraron hacia atrás, y sus nombres se
hicieron polvo en la carretera de la vida.
Alejandro el Grande agonizaba, un día, de sed en el desierto de Gedro-
sia, durante la conquista de Persia. Se vio tentado a abandonar la idea de
conquistar el mundo de sus días. Estaba cansado, y sus soldados estaban
muriendo uno a uno. Sentía que ya no tenía fuerzas para seguir adelante, y
se sentó a la sombra de una roca, esperando el momento fi nal.


Mientras esperaba la muerte, vio a una hormiga que intentaba vencer
la difi cultad de un montículo, cargando una paja. Cayó una, dos, tres veces.


El desanimado jefe de los ejércitos griegos contó 38 veces, hasta que el di-
minuto animal logró vencer el obstáculo. Entonces, se preguntó a sí mismo,
avergonzado: ¿No soy mejor que una hormiga?


En ese instante, en medio del calor infernal, apareció un soldado con un
casco lleno de agua fresca, y la ofreció a su rey. Alejandro esperó a que los
soldados se percataran del hecho y se acercasen, movidos por la curiosidad.


El poderoso conquistador tomó el casco, derramó el agua lentamente,
ante los ojos atónitos de los soldados, y exclamó: “Demasiado para un solo
hombre, y demasiado poco para todos”. Este hecho levantó el ánimo de la
tropa, y fue de allí que partieron para la conquista de Persia. Lo que vino
después es registro de la historia...


Por eso, ¡no te desanimes! La vida está hecha de luchas y de difi cultades;
si no fuese así, tal vez no sería desafi ante el hecho de vivir. Al nacer, entraste
en la lucha de esta vida; pusiste tu mano sobre el arado. Entonces, sigue ade-
lante, venciendo el calor del mediodía, el frío inclemente de la noche oscura
o la helada madrugada de tu propia inexperiencia.


¡Despierta! ¡Es hora de luchar y de vencer! El reino es de los valientes, y
los valientes lo conquistan. Mucho más, si estás seguro de que la tuya no es
una lucha solitaria: Jesús está a tu lado, dispuesto a inspirarte y sostener tus
manos cuando estás cansado.


No salgas hoy de tu casa sin recordar las palabras de Jesús: “Ninguno
que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de
Dios”.






23 de marzo



GALARDÓN


Entonces dirá el hombre: Ciertamente hay galardón para el justo;
ciertamente hay Dios que juzga en la tierra. Salmo 58:11.
¿Q
ue si hay motivos para entristecerse y ponerse nervioso, frente a las
circunstancias injustas de este mundo? ¡Claro que los hay! Y mu-
chos, todos los días, en todos los lugares.
A César, por ejemplo, lo despidieron hoy del empleo, por no encubrir
una mentira del jefe.
–¡Nadie va a morir por eso! No estamos matando ni robando. Si no estás
de acuerdo, me pruebas que tienes la mente estrecha, y no necesito ese tipo
de gente en mi empresa –le dijo el dueño, antes de despedirlo.
Al salir a la calle, César sintió que la tierra temblaba bajo sus pies. ¿Qué
hacer? ¿Adónde ir? ¿Cómo enfrentar ahora los compromisos? Con su sueldo,
pagaba la universidad y le faltaban solo cinco meses para graduarse.
–¡Es injusto, Dios mío, es injusto! –repetía mientras se encaminaba a la
parada del ómnibus, en medio de la multitud indiferente.
Entonces, dime: ¿hay motivos para entristecerse y ponerse nervioso, ante
las circunstancias injustas de este mundo? Sin embargo, el versículo de hoy
afi rma que, a pesar de esas injusticias, hay un Dios que juzga, en la tierra.
Esta no es una esperanza de justicia futura, allá, en el cielo. En las dos
frases del versículo, el salmista habla en tiempo presente: “Hay galardón” y
“Dios juzga”. No dice “habrá” ni “juzgará”, sino hay y juzga.
Quiere decir que, aunque el pecado domina el planeta trayendo dolor,
injusticia y muerte, Dios no permanece indiferente al sufrimiento de sus
hijos. Puede parecer que sí; pero el tiempo (y no necesita ser mucho) te pro-
bará que el Señor está atento a lo que te sucede.
César encontró empleo en una empresa en la que permanece hasta hoy.
Después de su graduación, escaló mucho dentro de la empresa. Actualmen-
te, es uno de los gerentes.
El ex jefe fue preso en medio a un escándalo público, y gente inocente,
como lo era César, fue involucrada por apoyar la mentira, por miedo de
perder el empleo.
Por eso, hoy, a pesar de las posibles injusticias que puedas estar sufrien-
do, enfrenta las circunstancias más difíciles recordando que “ciertamente
hay galardón para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra”.









HERENCIA


24 de marzo


Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros. 1 Pedro 1:4.
A
Marcelo no le gusta esperar; creo que a nadie le gusta. El ser humano es
apresurado por naturaleza. La paciencia es virtud de pocos. Y, sin embar-
go, Dios desea desarrollar, en sus hijos, la paciencia: el arte bendito de esperar.


Las mejores cosas de la vida no las encuentras en un par de días. Si plantas
una semilla de naranjero, tendrás que esperar tres o cuatro años a fi n de sabo-
rear su delicioso fruto.
Marcelo cree que la vida es corta como para “desperdiciarla” esperando.
Vive una vida alocada y sin restricciones; anhela devorar con los ojos todos los
placeres del mundo. Y sufre. Porque la vida está hecha de tiempo; y el tiempo
demora en pasar.
Piensa en el amor con que la madre espera, ansiosa, la llegada del hijo que
carga en su vientre. Habla con él como si ya pudiese entender las cosas; dialo-
ga, le pide opiniones, como si el bebé fuese un adulto que pudiese responder.
Es que, para la madre, el niño ya existe aunque todavía no haya nacido.


Eso es, justamente, lo que Dios desea que suceda con los seres humanos.
Nos habla de herencia; algo que no se deteriora, no se contamina y no se acaba
jamás, pero que todavía está en los cielos.
No la puedes tocar, pero la puedes ver con los ojos de la fe. La puedes ima-
ginar, añorar y esperar, sabiendo que las promesas divinas nunca fallan.


Dios sabe que la fuerza de la esperanza es lo que da valor, al ser humano,
para enfrentar los peligros del camino mientras todavía no llegamos al hogar.


Por eso, haz de hoy un día de esperanza. Cierra los ojos, e imagina esa he-
rencia incorruptible e inmarcesible que te espera en los cielos.
Marcelo dice: ¿Para qué quiero cielos si estoy en la tierra? Sí, Marcelo, tú
estás en la tierra; pero, aunque no lo creas, esta tierra es pasajera: acaba como
acaba el día. Se va, como se van los años y la juventud. Y ¡ay de aquel que solo
vivió para el presente!


El futuro puede parecer distante. Pero llega. Escríbelo en las tablas de tu co-
razón y, mientras ese día no llega, recuerda que es necesario prepararse “para
una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los
cielos para vosotros”.









25 de marzo



RECOMPENSA


Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afl igida, en las tinie-
blas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Isaías 58:10.
G
ente sincera cree que la vida cristiana es una colección de obligaciones.
Muchas personas tienen miedo de leer la Biblia; no quieren más debe-
res. Y ahora viene Dios, en el versículo de hoy, dándote otra orden: “Ayuda
al que necesita”.
La pregunta que acude a tu mente tal vez sea: “¿Por qué debo ayudar?”


El problema con los seres humanos es que, frecuentemente, pensamos que
las recomendaciones bíblicas son una especie de fardo que hay que cargar.
Pero, cuando Dios nos dejó sus consejos, no fue con el propósito de hacer de
la vida de sus hijos una carga pesada. Lo que tenía en mente era hacerte una
persona feliz y realizada.
El texto de hoy trae una de las promesas más bellas de la Biblia. Es una
promesa condicional. Primero, viene la condición: “Si dieres tu pan al ham-
briento y saciares al alma afl igida”. Después, viene la promesa: “en las tinie-
blas nacerá tu luz y tu oscuridad será como medio día”.


Norma era una joven sumergida en las turbias aguas de la depresión. La
vida no tenía color para ella. Las sombras de la tristeza se apoderaron de su
alma durante varios años, a raíz de la ruptura de un noviazgo prolongado.


Un psicólogo cristiano le recomendó, cierto día, una terapia aparente-
mente sin sentido: ella debía visitar un barrio pobre, llevando comida para
niños necesitados. Al principio, los padres la llevaban casi por la fuerza; era
parte de su tratamiento. En poco tiempo, sin embargo, la luz empezó a ilu-
minar la vida de esta joven. Contemplar la alegría y la gratitud de esos niños
que no tenían qué comer fue la cura para la depresión.
Cada vez que extiendes la mano para ayudar al necesitado, abres las ven-
tanas de tu vida para que el sol entre e ilumine cada rincón sombrío de tu
corazón. Una vida centralizada en las propias carencias y necesidades está
aprisionada en la oscuridad del egoísmo. No tiene alegría; lo que llama feli-
cidad no es otra cosa sino carcajada hueca, vacía y sin sentido. No pasa de ser
el grito desesperado de un alma envuelta en la sábana oscura de sus temores
y miedos.
Por eso hoy, antes de iniciar las actividades del día, recuerda que “si die-
res tu pan al hambriento, y saciares al alma afl igida, en las tinieblas nacerá tu
luz, y tu oscuridad será como el mediodía”.








¡Q PROMESA!


26 de marzo


Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas prome-
sas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa
de la concupiscencia. 2 Pedro 1:4.

O
toniel ama a Jesús. Se dejó encontrar por el Salvador una noche de
delirio, horror y sufrimiento. Lenguas de fuego y de infi erno lamían su
cuerpo herido, mientras se debatía entre la vida y la muerte, víctima de una
sobredosis de cocaína. Sombras informes se acercaban a él, amenazadoras;
fi guras grotescas, fruto de su imaginación enferma.
En su desesperación, clamó a Jesús. Y recibió la respuesta. Al salir de la
clínica de recuperación, era un hombre transformado. Su vida es uno de los
grandes testimonios acerca del poder transformador de Jesucristo.


Lo que Otoniel no entiende es por qué continúa sintiendo ganas de hacer
cosas malas, si ya está convertido. El versículo de hoy brinda la respuesta
para todas las personas que, como Otoniel, tratan de andar en los caminos
de Dios, pero descubren que dentro de ellas hay una fuerza extraña, que las
empuja hacia el mal.
Pablo declara que hay una “corrupción en el mundo a causa de la con-
cupiscencia”. El apóstol se está refi riendo a la naturaleza pecaminosa con la
cual todos nacemos después de la entrada del pecado. A esa naturaleza no le
gusta andar en los caminos de Dios, y es la fuente de todos los malos deseos.


Lamentablemente, esa naturaleza nos acompañará hasta el día de la veni-
da de Cristo. Solo entonces, “esto mortal, será vestido de inmortalidad y esto
corruptible, de incorruptibilidad”.
A pesar de eso, la promesa divina es alentadora: él nos librará de este
“cuerpo de muerte”, y viviremos en paz por toda la eternidad.


Por tanto, no desesperes. Busca a Jesús todos los días. Escóndete en sus
brazos; refúgiate en sus fuerzas. El enemigo puede venir a ti, con todos los
ejércitos de sus ángeles malignos, pero en Jesús estarás seguro.


El hecho de haber fallado ayer no quiere decir que hoy perderás la ba-
talla. Todas las huestes angelicales están atentas a tu decisión. Decidir es tu
parte; el resto, déjalo con Jesús. Y recuerda: “Por medio de las cuales nos ha
dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que
hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.







27 de marzo



GRATITUD


Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18.
E
l texto de hoy presenta tres ideas. La primera es “dad gracias en todo”. La
gratitud, en la vida del cristiano, no necesita de una causa. Debe ser una
manera de encarar la vida.
El segundo pensamiento es que la “voluntad de Dios para nosotros” es
que vivamos siempre agradecidos. Una actitud agradecida es el camino divi-
no para llevarte a una vida realizada y feliz.
Finalmente, solo puede vivir una actitud permanente de agradecimiento
la persona que está “en Cristo Jesús”. De acuerdo con este consejo divino, de-
bemos agradecer no solo por las cosas buenas que nos suceden sino, incluso,
por las cosas tristes y desagradables que se presentan en el camino. ¿Por qué?
“porque esta es la voluntad de Dios”. En esta vida, tal vez nunca logres en-
tenderlo; pero, la verdad es que Dios jamás se equivoca. Aun cuando el dolor
toque tu vida, Dios tiene un propósito educativo para ti.
Julián, un empresario mejicano de éxito en los Estados Unidos, me dijo
eso un día, mientras viajábamos, por tierra, de Menfi s a Knoxville. El sol in-
cendiaba el horizonte, anunciando que el día se iba. Los ojos de Julián, fi jos
en la carretera, no disimulaban su emoción al recordar las circunstancias
difíciles que lo obligaron a salir de su país, para salvar su vida.
Su padre, un sicario a sueldo, había provocado a un jefe de la mafi a me-
jicana que explotaba el tráfi co de drogas en la frontera. El temible trafi cante
había condenado a muerte a toda la familia: la madre de Julián y dos herma-
nos suyos ya habían sido asesinados. Al joven atlético, de cabellos ondulados
y rostro refi nado, no le quedó otro camino sino aventurarse a cruzar ilegal-
mente al país vecino.
–Si no hubiese sido por aquel incidente, yo nunca habría salido de mi
patria –me dijo–. Y, mire usted, yo no sabía que Dios me estaba dirigiendo
hacia una vida de prosperidad y de éxito.

Eso es lo que Pablo quiere decir en el versículo de hoy, cuando aconseja
dar gracias a Dios en todo. El Señor nunca falla. Solo que esa actitud es po-
sible únicamente cuando estás “en Cristo Jesús”. Por eso hoy, antes de partir
hacia la lucha del día, sé agradecido. Y ten la seguridad de que tu vida está
escondida en el Señor Jesús, porque “dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.








MÁS GRATITUD


28 de marzo


Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:20.
E
l versículo de ayer hablaba de la gratitud “en todo”. Hoy, el apóstol Pablo
te lleva a seguir creciendo en la experiencia cristiana: No es sufi ciente
con agradecer a Dios “en todo”; es necesario llegar al punto de ser grato “por
todo”. Hasta por el dolor y las lágrimas; por la muerte, incluso. Por las cosas
que no entiendes y que te hacen sufrir. Por el misterio de las injusticias, que
te deja el corazón partido.
El mundo en el que vives es un mundo de dolor. El pecado trajo sufri-
miento y muerte. La tristeza, hoy, es ley de esta vida. Sufren los buenos y los
malos; nadie es inmune al dolor.
Entonces, Dios toma el dolor y lo transforma en un instrumento peda-
gógico. Es en el sufrimiento que creces y te haces grande; es su fuego que te
conduce al valle de la purifi cación. Como el oro y como el diamante que, en
el fuego de las difi cultades y en el dolor del esmeril, se hacen más puros.


Tal vez no lo entiendas hoy. Quién sabe, en este momento tu mundo se
derrumba a pedazos. Miras hacia adelante, y nada ves. Las sombras te asus-
tan. ¡Y ahora viene San Pablo a decirte que debes ser agradecido por todo!
¿Cómo serlo, cuando el dolor te asfi xia? Entonces, déjame decirte por
qué es necesario ser agradecido.


Cuando dices “Gracias, Señor”, reconoces que, por detrás del dolor y de
las lágrimas, hay Alguien allá, arriba. Al hacerlo, tu inconsciente se siente
seguro aunque no lo percibas conscientemente. La noche continúa, pero tu
cielo se ilumina de estrellas; y puedes caminar aunque el sol todavía no haya
salido.


Por eso, hoy, dirige tus ojos a Dios y dile: “Señor, no entiendo nada. Des-
de mi punto de vista, lo que me está sucediendo parece absurdo e injusto,
pero tú eres mi Dios y, aunque no entiendo ni imagino por qué permites que
sufra, acepto tu plan soberano en mi vida, y te agradezco”.


En ese instante verás cómo, desde el fondo de tu ser; de allí donde solo
había un ser tímido y pesimista, nace un guerrero con actitud victoriosa. Y
partes para la lucha sabiendo que, aunque tengas que sangrar, la victoria está
asegurada.


¿Qué esperas? Sal a tus actividades diarias “dando siempre gracias por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.







29 de marzo



MISERICORDIOSO


Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en
misericordia. Salmo 103:8.
W
ashington, la capital estadounidense, se pone cada vez más triste. El
otoño se va; se aproxima el invierno. El frío llega. El calor desaparece.
El frío me incomoda. No me gusta; para mí es sinónimo de tristeza. El
mundo queda menos colorido; la vida se marchita. Como las hojas, que ayer
mostraban su esplendorosa acuarela, y hoy yacen en el suelo, muertas.


Cuestión de gustos. A otros no les agrada el verano. Y la vida continúa.
¿Dije vida? No es de vida que habla la carta que alguien me entregó anoche,
al concluir la reunión. La narración que tengo en mis manos es una triste
historia de muerte, de fracasos, de chascos y traición.


¡Ya escuché tantos dramas en la vida!; nada más podría asustarme. Pero,
cada vez que leo algo como esto, me siento incapaz de hacer alguna cosa... a
no ser orar.


La persona se pregunta si, después de todo lo que hizo, aún existe perdón
para ella. Se juzga y se condena... se condena a muerte. Pero, no tiene fuerzas
ni valor para ejecutar la sentencia. Entonces, busca a Dios y se pregunta si el
Señor puede amarla, a pesar de su grotesco pasado.


Y aquí está el versículo de hoy, diciendo que Dios es misericordioso y
clemente. La palabra “clemente”, proviene del hebreo channun, que signifi ca,
en realidad, gracia que no acaba nunca. Como si fueses un caminante en el
desierto, buscando una gota de agua para salvar la vida y mitigar la sed, y
repentinamente encontrases un channun, un manantial que no tiene fi n.


Ese es Dios. Su amor no tiene límites. Su grandeza absorbe tu culpa, y
la hace nada. Su misericordia está siempre dispuesta a darte una página en
blanco, con el fi n de que escribas una nueva historia. Su clemencia te espera;
sabe que, un día, cuando tus fuerzas ya no existan, cuando el peso de la culpa
te lleve a pensar en la muerte como la única salida, vendrás a él en busca de
consuelo.


¿Por qué demorar, si sientes hoy que la misericordia divina toca la puerta
de tu corazón? ¿Qué es lo que te detiene? ¿Por qué buscas fuentes de agua en-
venenada, si Jesús te ofrece el agua de vida? ¡Ven a él! ¡Ahora! Mañana puede
ser demasiado tarde. No salgas de casa, hoy, sin repetirte a ti mismo: “Miseri-
cordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia”.









NO TEMAS


30 de marzo


No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu
Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la
diestra de mi justicia. Isaías 41:10.

R
afael lo vio. Se acercaba lentamente, con paso fi rme pero sin prisa.
Aquella fi gura deslumbrante miraba a su alrededor, buscando algo. Ra-
fael tuvo la impresión de que aquel ser angelical lo buscaba a él.


Pensó que no lo vería, escondido en sus miedos como estaba. Pero, no fue
así. Sintió que la mente de aquel hombre se extendía hacia él. Sintió cómo su
pensamiento penetraba en el suyo. Se volvió lentamente, y caminó hacia él.


Quedó paralizado. El miedo había desaparecido, y la paz envolvía por com-
pleto sus sentimientos. Sucedió a orillas del río Aguaitía, en la selva peruana,
la noche en que los guerrilleros de “Sendero luminoso” mataron 6 policías y
18 campesinos. Rafael fue el único sobreviviente. Afi rma que la aparición de
aquel ser asustó a los guerrilleros, y salvó su vida.


A lo largo de la historia, en todos los tiempos y en todos los lugares, Dios
siempre ha cumplido su promesa. En el momento de difi cultad, ahí está él, con
la mano extendida para ayudar al hijo que clama con fe. No hay crisis que no
conozca; no existe dolor que no entienda; no hay sufrimiento que no vea.


En este preciso instante, las sombras de la angustia pueden rodear tu
vida. Ejércitos enemigos pueden cercar la ciudadela de tu alma. Puedes tener
la impresión de que ya no tienes fuerzas y de que está todo perdido. Pero, el
Señor prometió que te librará. Lo hará de dos maneras. “Soy el Dios que te
esfuerzo”, dice. Te infunde poder, cuando estás invadido por el temor; te usa
a ti mismo para derrotar las fuerzas enemigas. Pero, si fuere necesario, opera
milagros. Te libra maravillosa, incomprensible y divinamente.


No temas enfrentar los desafíos que la vida te presenta hoy. No importa
cuán grandes sean tus adversarios. Lo que interesa es que tu Dios no conoce
de derrotas, y en este momento está listo para sustentarte con la diestra de
su justicia. ¡Esa es su promesa!


Por eso, parte hoy con las palabras de Dios en tus oídos, que te dice: “No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que
te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré, con la diestra de mi
justicia”.









31 de marzo



¡CONFÍA EN EL SEÑOR!


Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confi anza es Jehová.
Jeremías 17:7.
E
l versículo de hoy fue escrito, por Jeremías, en circunstancias dramáticas.
La destrucción del pueblo se acercaba; era inevitable. Los ejércitos ene-
migos se preparaban para el ataque. Y el propio Jeremías era el portador de
malas noticias para su gente.
A pesar de eso, el profeta asegura que, aun en medio del dolor y de la
tristeza, el varón que confi ase en el Señor sería bendito. ¿De qué bendición
estaba hablando?
El versículo 8 trae la respuesta: quien confía en el Señor, “será como el
árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de su
sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”.
Interesante, la promesa divina. No dice que el calor no vendrá ni que la
sequía no llegará. Afi rma que, en medio de las situaciones adversas, sus hojas
estarán verdes y producirá mucho fruto.
La tragedia de las personas no consiste en las luchas y las difi cultades
que se presentan cada día, sino en la falta de confi anza para ir en pos de la
victoria. Cuando el dolor llega, el que confía en Dios es como el árbol cuyas
raíces saben dónde buscar agua.
Aun en medio del desierto, es posible encontrar palmeras; árboles gi-
gantescos y erectos, en medio de la sequía y de los vientos. Las palmeras
están allí no porque carezcan de difi cultades; el secreto de su permanencia
es la fuente de vida que sustenta su existencia. Las inclemencias del clima les
enseñaron a introducirse hondamente. Sus raíces se deslizan, silenciosas, en
busca de agua.
Si hoy es un día terrible, y sientes que estás solo; si te faltan fuerzas y estás
a punto de desanimarte y abandonar la batalla, quita tus ojos de las cosas en
las cuales confi aste y deposítalos en el Señor. Puede parecer infantil, a veces.
En este mundo pragmático en el que vives, puedes tener la impresión de que
estás actuando como un niño.
Pero, las cosas divinas son así. Tal vez por eso, el Señor Jesús dijo un día
que, si no nos volvemos como niños, no entraremos en el Reino de los cielos.


No temas. Los ejércitos enemigos pueden estar allá afuera, armados hasta
los dientes, pero “bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confi anza es
Jehová”.

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