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martes, 8 de marzo de 2011


Matutina - Marzo 2011

Aqui pueden estudiar la Matutina.
Plenitud en Cristo, Ptr. Alejandro Bullon.







Leslie Daianna - Chile







1º de marzo



FE Y  ACCIÓN


Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1:17.
L
a fe no es solo un asentimiento intelectual a verdades.
Tampoco es un poder mental que realiza cosas prodigiosas. Pero, aunque no
es ni una ni otra cosa, la fe auténtica es dinámica; entra en acción.


No se queda de brazos cruzados ante las circunstancias de la vida;

no observa pasivamente lo que sucede a su alrededor.

En cierta ocasión, Jesús manifestó a unos ciegos: “Conforme a vuestra
fe os sea hecho”. En esta declaración, Jesús estaba relacionando la fe con la
acción. Los grandes milagros registrados en la Biblia son demostraciones
extraordinarias de fe.
La conversión también es un milagro de fe; y la vida cristiana es una vida
de fe. San Pablo lo dijo: “el justo vivirá por la fe”.
Con el fi n de que este asunto quede claro, pensemos acerca de la fe en tér-
minos de confi anza. Si tú confías en alguien, no te quedas quieto, mirándolo
de lejos: vas con esa persona, no temes; sabes que, si te lleva por la izquierda,
es lo mejor para ti. La conoces, y sabes que sería incapaz de provocarte mal.
Y, muchas veces, aunque las cosas no salgan como a ti te gustaría, continúas
confi ando en ella.
Pero, esta actitud de obediencia y de confi anza no es la actitud servil de
un esclavo hacia el patrón, sino la actitud segura del hijo hacia el padre, entre
quienes existe una relación maravillosa de compañerismo y de amor.


La fe es indispensable para la vida. El apóstol Pablo, refi riéndose al pue-
blo de Israel, menciona que ellos fueron quebrados por su incredulidad.


La incredulidad es lo contrario de la fe. La tragedia de Israel fue su incapacidad
de confiar. Habían visto tantos milagros en su trayecto a través del desierto;
pero de nada les sirvió todo eso. Endurecieron el corazón; no fueron capaces
de confiar.


Y cuando una persona no confía, se desintegra interiormente. No
es feliz, vive una experiencia permanente de temor y de duda. Por eso, la fe
es indispensable para la vida.
Haz de este un día de fe. Sal del barco de tus realidades y pisa el mar tur-
bulento, porque no estás solo. El Señor Jesucristo está contigo y, con él, nada
ni nadie será capaz de derrotarte. “Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.









SABIDURÍA


2 de marzo


Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Santiago 1:5.
L
a puerta se cerró, detrás de él, con fuerza. Fue un sonido seco como su
corazón, carente de paz y de alegría. Otra oportunidad perdida; un em-
pleo más, que no estaba “a su altura”.
A los 32 años de edad, continuaba buscando el empleo ideal, acorde a su
“capacidad y preparación”. Ambiciones tenía; títulos, también, y de las me-
jores universidades. A veces, se creía un semidios; tan distante de los simples
mortales. Por eso sufría: las personas no lo veían de la misma forma.


Se llamaba Pedro Paulo; dos nombres bíblicos. Tal vez, porque sus pa-
dres hubiesen querido que siguiese el ejemplo de los héroes del cristianismo.
Pero, al entrar en la universidad, creyó que no necesitaba más de Dios; se
olvidó por completo de lo que había aprendido en su niñez.
Al cumplir 35 años, ebrio, intentó el suicidio. Algunos dicen que cayó
accidentalmente; otros afi rman que se arrojó intencionalmente. Como re-
sultado, permaneció en una silla de ruedas por varios meses.
Fueron meses de refl exión. Un día, se miró en el espejo y percibió que la
vida se le estaba yendo, y él no había hecho otra cosa que buscar el empleo
ideal. Se preguntó por qué otros, con menor capacidad que él, vencían en
la vida. E imperceptiblemente, en el silencio de sus pensamientos, vino a
su memoria un versículo que había aprendido cuando era niño: “Si alguno
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios”.
Sabiduría no es conocimiento. Pedro Paulo sabía mucho, pero carecía de
sabiduría. ¿Cómo iba a tenerla, si Dios es la Fuente de la sabiduría y él había
quitado a Dios por completo de su vida?
En humildad, volvió los ojos a Dios.
–Enséñame a usar lo que sé –le dijo al Señor, en su corazón.
Y la respuesta no se dejó esperar. Dios siempre da sabiduría en abundan-
cia al que se lo pide; entonces, lo mucho o lo poco que sabes se transforma
en un instrumento poderoso en tus manos.
Nunca conocí a Pedro Paulo. Un día, mientras realizaba una serie de
reuniones en Albuquerque, alguien me entregó una carta. En el cuarto de mi
hotel la leí, y agradecí a Dios por su misericordia, capaz de esperar, esperar y
esperar a que el ser humano, un día, entienda que sin Dios no es nada.
Por eso, ve hoy por la vida seguro, sabiendo que “si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y
sin reproche, y le será dada”.





3 de marzo



NUNCA     FALLA


La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de
Jehová es fi el, que hace sabio al sencillo. Salmo 19:7.
E
l verano agoniza aquí, en Portland, y como triste lamento de su partida,
el cielo llora las primeras lluvias del largo invierno que terminará solo
en marzo del próximo año.
Llora también la familia de Isidoro, un mejicano que atravesó la fronte-
ra y, al ser preso, se quitó la vida: “Mejor morir que ver mis sueños hechos
polvo”, escribió en un trozo de papel usado. En el salmo 119, de donde fue
tomado el versículo de hoy, la ley y el testimonio de Jehová se refi eren a las
enseñanzas divinas que te llevan hacia la tierra de los sueños: la felicidad.


Las enseñanzas del Señor son el camino que conducen a esa meta desea-
da. El ser humano quiere ser feliz; lucha, trabaja y se esfuerza para serlo. Re-
corre distancias infi nitas, cruza fronteras, se arriesga y, fi nalmente, envejece
y llega a la conclusión de que la felicidad está fuera de su alcance.
La Biblia declara categóricamente, sin embargo, que la felicidad existe,
pero que no es hallada por casualidad; hay que buscarla por el camino
correcto.
La felicidad no es la ausencia de problemas. Este mundo está lleno de
difi cultades. Vivir feliz es el arte de enfrentar los problemas con sabiduría, y
salir de esa lucha victorioso. La mayor necesidad del ser humano, para alcan-
zar la felicidad, es la de sabiduría; por eso, en este salmo, el Señor promete
dar sabiduría al sencillo. Sencillo es el humilde de corazón, que reconoce su
insufi ciencia y busca el consejo divino.
Cada día puede constituir una oportunidad de oro para el sencillo y sa-
bio, que reconoce los errores de ayer y está dispuesto a recomenzar una nue-
va batalla. No hay guerra sin batallas perdidas; pero, tampoco hay batallas
ganadas sin refl exión y reorientación.
El sabio aprende de los errores, de los fracasos, de las victorias... No cesa
de aprender; no se cansa de consultar. No se desanima. Sigue al frente, segu-
ro de que cada día es un nuevo día.
Por eso hoy, antes de iniciar la batalla de este nuevo día, deposita tu con-
fi anza en el Señor y en su nombre, y sal rumbo a la victoria, recordando que
“la ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová
es fi el, que hace sabio al sencillo”.








4 de marzo
EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS

En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo,
si es necesario, tengáis que ser afl igidos en diversas pruebas, para que
sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual
aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:6, 7.

E
l vehículo en el que viajamos sube las montañas del Estado de Washing-
ton, para después bajar al valle de Yakima. Corremos contra el tiempo.
Mientras devoramos millas en la carretera solitaria, Max nos cuenta las lu-
chas de su vida. El argentino fuerte, de ojos claros, casado con una dominicana
que espera el segundo hijo, es un próspero revendedor de autos usados, en la
ciudad de Pasco. Llegó a los Estados Unidos hace apenas siete años. Empezó
trabajando en los restaurantes McDonald’s, ganando siete dólares por hora.


–No veía futuro. No era para eso que había dejado mi país –me dijo, con
los ojos fi jos en un punto indefi nido, recordando detalles de sus difi cultades.


–Mis hermanos y yo nos turnábamos para dormir en la única cama que
teníamos. ¡Quién podría imaginar que un día llegaríamos a donde llegamos!


–completó emocionado.
“Hubo días en los que no teníamos ni para comer”, prosiguió. “Recuerdo
un día en que teníamos que pagar cuatro mil dólares al banco, o perderíamos
todo lo que habíamos alcanzado. Salimos a la calle. Fuimos tocando puertas,
ofreciendo un automóvil usado, pero confi ando en el Señor. Eran más de las
tres de la tarde cuando un hombre nos preguntó: ¿Cuánto quieren?
“Le pedimos cuatro mil quinientos. Después de regatear, lo vendimos por
cuatro mil doscientos. Corrimos inmediatamente hacia el banco, y llegamos
cinco minutos antes de que el banco cerrara. Al salir, teníamos lágrimas en
los ojos. Habíamos pagado la cuenta, y nos sobraban doscientos dólares para
comer aquel día. Si para algo sirvieron los momentos difíciles, fue para probar
nuestra fe y enseñarnos a confi ar en Dios”.
Eso es lo que afi rma San Pedro. “Si es necesario”, seremos afl igidos con el
propósito de que nuestra fe se vuelva mucho más preciosa que el oro.
Por eso hoy, si todas las cosas te parecen estar de cabeza, recuerda que “si es
necesario, tendréis que ser afl igidos en diversas pruebas, para que sometida a
prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea mani-
festado Jesucristo”.





5 de marzo
EL GOZO    DE LA OBEDIENCIA

Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así
como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco
en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en voso-
tros, y vuestro gozo sea cumplido. Juan 15:10, 11.

P
ermanecer es un verbo que denota seguridad. No es fácil “permanecer”,
cuando se vive en un mundo de fl uctuaciones. El versículo de hoy habla
del gozo que proporciona la obediencia. “Para que mi gozo esté en vosotros”,
dice Jesús. ¿Cuándo estará el gozo de Jesús en nosotros? Cuando lo obedez-
camos. ¡Así de simple!, sin complicaciones. Pero, muchos piensan que los


Mandamientos del Señor están allí para crear problemas; para quitarnos la
libertad y ser un fardo horrible de cargar. Por el contrario, Jesús enseña que
la obediencia a sus Mandamientos hace que nuestro gozo sea cumplido.


Veamos por qué la obediencia produce gozo. El ser humano fue crea-
do, originalmente, para obedecer. Su naturaleza original, en la Creación,
era obediente. Después de la entrada del pecado, la humanidad adquirió la
naturaleza desobediente. Pero, en lo profundo, el ser humano se deleita en
hacer la voluntad de Dios; obedecer le produce gozo.
La naturaleza pecaminosa lo lleva por los caminos de la desobediencia,
pero le trae el peso de la culpa; el fardo atormentador de saberse rebelde; el
instinto de muerte que el pecado trae consigo. No hay cómo el hombre o la
mujer puedan ser felices contrariando la voluntad de Dios.
Haz de este día un día de obediencia. Aunque a tu alrededor las perso-
nas fi losofen, discutan y argumenten con intención de demostrar que no es
necesario obedecer, permite que el Espíritu de Dios te guíe por las sendas
del bien. No creas en tus instintos ni en tus inclinaciones naturales; Dios te
confi ó su Palabra. La Biblia es el mapa que te conducirá a la vida eterna; es
la luz que te alumbrará, para que tus pies no tropiecen; es la fuente de sabi-
duría, para ayudarte a tomar las decisiones correctas en las encrucijadas del
camino. Y recuerda la promesa divina: “Si guardareis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi
gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”.









¡AHORA!


6 de Marzo


Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el
día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.


A
Mariano las cosas no le salen bien. Ayer, por ejemplo, tocó puertas en
busca de empleo. No cruzó los brazos, esperando que apareciera alguien
ofreciéndole trabajo; no. Se levantó temprano y buscó, insistió y llamó. Al
llegar la noche, sin embargo, sus pies estaban cansados de tanto caminar, sin
encontrar nada.
Ya era tarde, y Mariano tenía vergüenza de volver a la casa de la familia
que lo hospeda. Vive de favor, y últimamente no le es posible contribuir con
nada para la comida que la familia sirve a la mesa.
Cuando los amigos preguntan a Mariano por qué busca empleo, su res-
puesta es: “Para comer, pagar la renta, en fin”.
¿Es simplemente para eso que Dios permitió que nacieses? ¿Para comer y
pagar la renta? No. ¡La vida no puede ser solo eso! Y, si lo es, todavía no has
entendido el propósito de tu vida.
El sentido de urgencia nace de la conciencia de misión; si crees que estás
aquí por acaso, nada de lo que hagas tendrá mucho sentido. Pero, si sabes
que eres una expresión del amor de Dios y que estás en este mundo porque
Dios lo permitió, entonces tu vida tiene una misión; hay un proyecto divino
para cada uno de tus días. Y el tiempo es el espacio en que se realizarán tus
sueños.
En el versículo de hoy, el propio Señor Jesucristo afi rma que a él le era
“necesario”, es decir, obligatorio, compulsivo. El sentido de obligación, en el
original griego, no nace de una presión externa, como en el caso del traba-
jador que cumple su deber porque el patrón lo está vigilando, sino de una
presión interior, nacida de la conciencia de misión.
En otras palabras: “Yo sé por qué estoy en este mundo; sé lo que hago y
lo hago rápido, porque nadie lo puede hacer en mi lugar”.
¿De dónde nacía esta convicción interior, en Jesús? De su comunión
diaria con el Padre. Solo en comunión con él tu vida tiene sentido, y las
difi cultades que encuentras, en vez de ser estorbos, son instrumentos que
contribuyen al cumplimiento de tu deber.
Con esa confi anza, ve hoy, dispuesto a cumplir tu misión con urgencia,
recordando las palabras de Jesús: “Me es necesario hacer las obras del que
me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede
trabajar”.





7 de marzo
EL VALOR     DE LAS PALABRAS
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea
buena para la necesaria edifi cación, a fi n de dar gracia a los oyentes.
Efesios 4:29.
L
o hiciste muy bien. ¡Felicitaciones! Estoy seguro de que un día lo harás
mejor.
Jamás olvidaré estas palabras. Me las dijo un viejo profesor, al terminar mi
participación en un concurso de Oratoria. Mis manos estaban heladas. Me
había olvidado el discurso por la mitad y salí avergonzado, sin tener ganas de
hablar con nadie dominado por el único deseo de correr y esconderme de to-
dos. Pero, las palabras del profesor me dieron ánimo. Mis ojos brillaron. Yo lo
admiraba mucho, y creí en sus palabras. Y pensé que, un día, realmente podría
hacerlo mejor.
La última vez que lo vi, él estaba cansado, y la vida ya casi se le iba.
–No tenga miedo, profesor –le dije–, ya cumplió su misión. Quisiera yo
llegar a su edad, como usted.
Sus ojos brillaron. Había emoción contenida en la sonrisa que intentó di-
bujar en su rostro. Aquel brillo era el mismo que apareciera en mis ojos, años
atrás, cuando él intentó animar a un adolecente que se sentía derrotado.
El poder de las palabras es ambivalente: puede servir para construir o para
destruir. El consejo de Pablo, hoy, es que “ninguna palabra corrupta salga de
vuestra boca”. La palabra “corrupta”, en el original griego, es sapros, que literal-
mente signifi ca algo que se deterioró; que entró en proceso de putrefacción.
Esto revela que las palabras no son otra cosa sino la expresión de senti-
mientos heridos, que no fueron curados a tiempo y entraron en proceso de
putrefacción dentro del alma.
El remedio es Jesús. Puedes llevar a él tus heridas, abiertas por las circuns-
tancias de la vida. Depositar en él tus ansiedades, tristezas y afl icciones. Él co-
locará el ungüento sanador en las llagas más profundas de tu corazón, calmará
tus dolores y te hará feliz.
Entonces, la fuente de tu espíritu será manantial de agua pura, y tus pala-
bras, instrumentos de edifi cación para las vidas destruidas por las tempestades
del camino.
Pero, no salgas hoy, para relacionarte con las personas, sin prestar atención
al consejo del apóstol: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edifi cación, a fi n de dar gracia a los
oyentes”.




8 de marzo
EL QUE SIEMBRA, COSECHA
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7.
C
amina avergonzado, con las manos dentro del bolsillo de la casaca de
jean, usada y maloliente. Los ojos, circundados por grotescas ojeras, y
el cabello desordenado refl ejan su espíritu abatido. Mientras se pierde, en
medio de la multitud del centro de San Pablo, repite una y otra vez, como si
quisiese castigarse con las palabras: “Lo mereciste; lo mereciste. Cosechaste
lo que plantaste”. Acaba de salir de la prisión, donde estuvo detenido tres
días, por portación de cocaína.
Tres días es poco; hay gente que pasa años, en la prisión, por un acto de
locura. Hay, también, personas que pagan con su vida las consecuencias de
su conducta torcida.
Duele. Puede doler. Duele terriblemente. Pero, la cosecha siempre es pro-
porcional a la siembra: “Siembra vientos y cosecharás tempestades”, afi rma
el refrán popular. La Biblia advertía lo mismo, desde hace más de dos mil
años.
Por inspiración divina, Pablo avisó a los cristianos de Galacia: “Todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará”. Eran tiempos difíciles; el ci-
nismo espiritual parecía oscurecer la transparencia del cristianismo sencillo.
Hombres jactanciosos escondían su orgullo espiritual tras la capa de cris-
tianos sinceros. Y hacían mucho mal a la iglesia. Desanimaban a los nuevos
conversos, y los atribulaban con una montaña de obligaciones innecesarias.
Pablo dijo a esas personas que, aunque en el presente nadie podía juzgar
sus propósitos, Dios lo sabía todo y les otorgaría, a su debido tiempo, la co-
secha natural de su terquedad espiritual.
Pero, el consejo del apóstol sirve, también, para la cotidianeidad del ser
humano que busca la felicidad: la cosecha de tristezas y de dolores es el re-
sultado de la siembra de los mismos hechos... con dividendos.
Pero, si plantas actos de amor, Dios permitirá que la vida te recompense
en abundancia; porque la cosecha es proporcional a la siembra. Para bien o
para mal. Siempre. No hay cómo escapar de esta realidad.
Hoy es un nuevo día de siembra. Al salir de casa para enfrentar las tareas
de este día, verás delante de ti la tierra, dispuesta a recibir la semilla. ¿Qué
plantarás?
Que Dios ilumine tu vida. Que tu vida y tus actos sean una semilla de
amor. Porque “no os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que
el hombre sembrare, eso también segará”.



9 de marzo



TESOROS


Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Lucas 12:34.
L
os cipreses que adornan la entrada de la clínica de reposo no hacen me-
nos triste el lugar; a fi n de cuentas, cambiar el nombre a un hospital
psiquiátrico no disminuye el drama de las personas que allí se encuentran.
¿Con quién se encuentran? Con ellas mismas, tal vez. Con fantasmas
imaginarios; con recuerdos que las atormentan sin cesar; con la culpa que
las golpea, inclemente. No lo sé...
Allí, perdido en los laberintos de sus temores y miedos, pasa los días y las
noches, las semanas y los meses, el hombre que fi nanció uno de los crímenes
colectivos más horrendos de la historia de ese país.
En su corazón solo había soberbia, odio, y espíritu de venganza. Gastó
dinero; mucho dinero. Dinero que podría haber sido utilizado para salvar
vidas. Lo gastó para dar rienda suelta a su instinto sanguinario y a su rencor
contenido.
Si su tesoro estaba direccionado a la muerte, es claro que su corazón ca-
recía de vida: donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Es una ley de la vida;
de la locura; de la autodestrucción. Y también de la muerte.
¿Quieres tener un corazón lleno de vida? ¿Quieres despertar, cada maña-
na, con ganas de vivir, de luchar y de vencer? Coloca tus intereses en objeti-
vos nobles. Piensa en la vida. En los valores de la vida. Anda por los caminos
que te conducen a la vida.
El cerebro humano posee la extraña capacidad de percibir cuándo las
acciones contribuyen para edifi car, e inmediatamente envía al organismo la
sensación de placer, de satisfacción, de saber que está en el camino correcto.
Desear la felicidad, transitando los caminos de la muerte, es absurdo,
incoherente e insensato. Cultivar intereses egoístas, limitados a lo material,
y al mismo tiempo, intentar disfrutar de la libertad que las cosas espirituales
proporcionan, es como subir a un edifi cio de veinte pisos y lanzarse al aire
sin tener alas.
Las alas son las prioridades del Espíritu. ¿Cuáles son tus prioridades hoy?
¿Dónde está tu tesoro? Haz un alto, piensa, y evalúa tus acciones y tus deseos.
No enfrentes los desafíos que la vida te presenta hoy sin saber, con claridad,
cuáles son tus prioridades. Porque “donde está vuestro tesoro, allí estará
también vuestro corazón”.








ESPERA EN DIOS


10 de marzo


Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene. Los
muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes fl aquean y caen; pero los
que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como
las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaías 40:29-31.
H
ace una hora que camino y corro bajo los cedros de un parque natural
de los Estados Unidos. En este país hay muchos, poblados de vegeta-
ción y de fauna natural. Ardillas traviesas que coquetean con los extraños;
venados que corren, asustados, cuando se aproxima un transeúnte. Y aves;
muchas de ellas, hermosas, coloridas y esplendorosas.
Estoy cansado. Esta es la última vuelta que doy antes de bañarme y sen-
tarme delante de la computadora, para escribir el devocional. El cansancio
trae a mi mente el versículo de hoy: Dios promete dar esfuerzo al cansado y
multiplicar las fuerzas del que está agotado.


En esta vida, muchas veces sientes que no tienes fuerzas. Ya diste, de ti,
todo lo que eras capaz de ofrecer; pero sientes que estás perdiendo el control
de la embarcación. El mar de las difi cultades te asusta, y no sabes qué hacer.
Lo peor es que de una actitud tuya depende el bienestar de otras personas.
Hay hijos que te miran como a un héroe, que jamás se cansa y nunca desiste.


En la soledad de tu alma, sin embargo, tú sabes que eres apenas un ser
humano. Un padre o una madre que lucha para llevar la familia adelante; no
una máquina infatigable que cumple mecánicamente sus funciones.
¿Qué hacer cuando nadie comprende tu debilidad? ¿Adónde ir, cuándo
sientes que las fuerzas están llegando al límite?
El versículo de hoy menciona que hasta los muchachos se fatigan y se
cansan, y los jóvenes fl aquean y caen, pero aquellos que esperan en el Señor
tendrán “nuevas fuerzas”. Dios no te promete aumentar la fuerza, sino darte
nuevas fuerzas. Como si recién entrases en la lucha. No descansado, sino
nuevo.
Es que Dios no solo reconstruye lo que está destruido, sino también “te
hace de nuevo”. El pasado desapareció; solo existe un presente, en el que
acabas de entrar, y un futuro maravilloso para recorrer.
Por eso, hoy, no hagas caso de tus fuerzas casi agotadas. Mira a Jesús, y
recuerda que “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no
tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes fl aquean y
caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas
como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.






11 de marzo



¿SABES PEDIR?


Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu
mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Romanos 8:26.
¿C
uántas veces oraste, y tuviste la sensación de que Dios no te respondió?
En cierta ocasión, el propio Señor Jesucristo enseñó que pedimos y no
recibimos, porque pedimos mal.
Aunque pidamos con toda sinceridad, no sabemos hacerlo bien. Si supié-
semos, con toda seguridad Dios respondería todas nuestras oraciones.


Tal vez, la razón de nuestras peticiones equivocadas sea nuestra propia hu-
manidad, y el limitado concepto que tenemos del bien y del mal. El egoísmo,
arraigado en nuestra naturaleza, nos lleva a pedir y pedir, teniendo como eje
central nuestros deseos y orientados por intereses momentáneos y pasajeros.
Glaucia deseaba ser madre. Diez años después de casada, no concebía, y
empezó a obsesionarse con la idea. Suplicaba a Dios, pedía a todos que orasen
por ella, y se había endeudado, buscando dinero para pagar a los mejores es-
pecialistas e intentar los métodos más sofi sticados.
Quedó embarazada. Pasó casi los nueve meses sin moverse, y el niño nació.
¡Aquel fue un día de fi esta! Ella pensaba que Dios la había oído y atendido sus
súplicas.  Ya pasaron veinte años, y hoy Glaucia cree que insistir ante Dios fue
la peor decisión de su vida.
–Si pudiese volver veinte años atrás, aceptaría la voluntad del Señor para
mi vida –escribió en una carta dramática, en la que narraba la vía dolorosa que
pasaba por causa del hijo rebelde.
¿Se equivocó Glaucia, al insistir con el Señor para que le diese un hijo? No
lo sé; yo también soy un ser humano. Pero, el versículo de hoy dice que, aun-
que nosotros no sepamos pedir, el Espíritu de Dios viene en nuestro auxilio, a
fi n de suplir nuestra debilidad.
La palabra “debilidad”, en el original griego, es astenia, que literalmente
signifi ca “enfermedad”. ¿Qué enfermedad? La enfermedad del pecado, que nos
acompañará hasta el día de la venida de Cristo. Hasta ese día, a pesar de haber
sido convertidos, continuaremos con la tendencia humana que nos lleva a in-
sistir como un niño, con tal de conseguir lo que queremos.
Por eso, suplica hoy la dirección del Espíritu, con el fi n de que te brin-
de discernimiento y sabiduría en lo que tengas que pedir a Dios. “Y de igual
manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir
como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles”.







TIEMPO PARA TODO


12 de marzo


Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo
tiene su hora. Eclesiastés 3:1.
J
ugaba al amor libre. “Mientras espero al hombre correcto, me divierto
con los errados”, decía. Y su carcajada, como cascada de aguas salvajes, se
perdía entre las piedras de montañas sin fi n. Jugaba su propio partido; como
si la vida no tuviese reglas. Corría como una gacela, por los atractivos prados
de una sociedad liberal. Nadaba en las aguas turbulentas de la nueva mora-
lidad; descendía a las profundidades de aquel mar embravecido, atraída por
los corales y los peces multiformes.
Un día quiso salir. Le faltaba oxígeno... Intentó regresar a la superfi cie, y
se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. Murió de Sida, a los 28 años.
¡Gabriela, Gabriela! Tu piel canela estaba demasiado blanca el día de tu
entierro; tus ojos, anteriormente tan vivaces, no tenían ya luz. ¿Qué hiciste
con tu vida? ¿Por qué no respetaste el tiempo? ¿Por qué jugaste con tu tiem-
po... y te fuiste antes de tiempo?
Hay dos pensamientos contenidos en el versículo de hoy. El primero es
que existe un determinado tiempo para todo. La vida no es la sucesión acci-
dental de hechos; no debe serlo. Me alimento cuando puedo; trabajo cuando
se me antoja; duermo si sobra tiempo. ¡No! Es necesario establecer un pro-
grama de actividades, y seguirlo conscientemente.
El segundo pensamiento es que lo que hay que hacer hay que hacerlo a su
debido tiempo: ni antes ni después. Invertir el orden puede ser fatal. Al ser
humano, sin embargo, no le gustan las reglas; quiere hacerlo todo de acuer-
do con las circunstancias y conforme a su voluntad.
¿Imaginaste un partido de fútbol en que cada jugador siguiese sus pro-
pias reglas? ¿Cómo terminaría? Creo que ni empezaría. Existe un juez que
determina lo que se puede o no se puede hacer, y especifi ca el momento de
hacerlo. El tiro libre no puede ser disparado sin la orden del juez; el gol no
puede ocurrir después de que el juez hace sonar el silbato, indicando el fi nal
del partido.
Si en cosas tan simples, como el fútbol, existen reglas, ¿por qué no debe-
ría existirlas en la vida?
Hoy es un nuevo día. Corre las cortinas de tu vida. Deja entrar el sol. Es
tiempo de vivir, de evaluar; de corregir, si fuese necesario. Por eso, busca a
Jesús, y permite que él guíe tus pasos a lo largo de este día, recordando que
“todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.






13 de marzo



CONTENTAMIENTO


Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.
1 Timoteo 6:6.
E
l teléfono celular suena en el momento exacto en que empiezo a escribir
este devocional. No puede haber peor hora. Es un amigo, que llama para
preguntar cómo está el clima por aquí. Estoy corriendo contra el tiempo,
para entregar los manuscritos a la editora. Necesito concentrarme pero, de
vez en cuando, el celular distrae mi atención.
Al terminar la llamada, me pregunto: ¿Cómo viví sin celular y fui feliz?
Nadie murió; viví bien; nada de lo que debía ser hecho dejó de ser hecho.
¿Por qué, entonces, el celular, hoy, es considerado una herramienta indis-
pensable? ¿Acaso los ejecutivos que erigieron las grandes empresas del pasa-
do tenían celulares?
No quiero disminuir la importancia de la tecnología; muchos elementos
llegaron para facilitar la vida. Pero ¿siempre es así? ¿Cuál es el límite entre la
necesidad y el consumismo?
Henry David Thoreau, fi lósofo y poeta estadounidense del siglo XIX,
decía que la riqueza de una persona es directamente proporcional al número
de cosas sin las cuales él puede vivir.
La cultura del consumismo, en la que vivimos, nos hace sentir infelices
si acaso no tenemos todo lo que las propagandas nos quieren vender. El ser
humano actual no se satisface con nada; siempre desea lo que se inventa de
nuevo. “Muchos saben el precio de todo, pero no saben el valor de nada”,
dijo alguien. El negocio de la publicidad es ofrecer, y el nuestro, comprar. Y
entonces llegamos a la conclusión de que ganamos poco; y somos infelices.


Se cuenta la historia de un campesino que vio llegar a su nuevo vecino,
descargando los enseres domésticos más adelantados y sofi sticados.
–Vecino –le dijo–, si necesita de algo, avíseme; yo le enseñaré cómo se
vive sin eso.
El versículo de hoy habla de contentamiento. En el original griego, la
palabra es Autarkeia, que signifi ca ser feliz con lo que se tiene; disfrutar al
máximo de lo que se posee.
El consejo de San Pablo no es una apología de la mediocridad. Dios colo-
có en el ser humano la capacidad de soñar, para apuntar alto. Pero, a medida
que avanzas, sé feliz y agradecido a Dios por lo que tienes. Haciendo así, solo
ganas porque “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”.








ME  HALLARÉIS


14 de marzo


Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis
de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13.
S
ilvio no se siente feliz. Se pregunta, muchas veces: ¿Qué sucede conmigo?
No encuentra respuestas. Tiene valores cristianos; los aprendió cuando era
niño. Hoy, esos valores están presentes en su vida cotidiana. Es un buen ciuda-
dano, y paga honestamente sus impuestos. No roba, no mata. Pero, tampoco
ora ni estudia la Palabra de Dios.
Las pocas veces que Silvio quiso hablar con Dios, lo sintió muy distante.
Últimamente, cree que Dios no es más que una “motivación necesaria” para
ser bueno.
El versículo de hoy responde la pregunta de Silvio. Para tener un Dios real,
no basta con buscarlo; hay que hacerlo de “todo corazón”. Todo signifi ca la
concentración de las facultades completas del ser en la búsqueda. No puede
existir término medio: o eres o no eres. Ser en parte te hace sentir vacío, ausen-
te, lejano.
El problema de una búsqueda parcializada no está con Dios. Es el ser hu-
mano el que corre una carrera sin fi n. No encontrar lo frustra, lo hiere; le hace
perder la fe. Pasa a dudar. Y, cuando la duda se apodera del corazón, eres una
nube que vuela sin rumbo y sin dirección.
A lo largo de mi vida, he encontrado muchos Silvios. Personas maravillo-
sas, que no entienden el vacío del corazón. Luchan por encontrar, pero tienen
la impresión de que Dios se esconde de ellos.
No es verdad. El Señor Jesús es quien lo dejó todo, un día, para venir a bus-
carte: “He venido a buscar y salvar lo que se había perdido”, manifestó un día.
Te busca de día y de noche. En la primavera y en el otoño te llama su voz.
Cuando eres joven o cuando el invierno de la vida va emblanqueciendo tus
cabellos, sigue insistiendo. Jamás se cansa de llamarte.
   Pero, el profeta Jeremías parece decir lo contrario: coloca la responsabili-
dad en ti. ¿Sabes por qué? Él se estaba dirigiendo a una nación que luchaba por
agradar a Dios; se esforzaba por cumplir lo que consideraba “requerimientos
divinos”; trabajaba con todas sus fuerzas. Pero, no entregaba el corazón. Era un
pueblo dividido entre la apariencia y la sinceridad.
Tu corazón. Es todo lo que el Señor busca. Abrir el corazón es una fi gura
que los escritores bíblicos utilizan para referirse a la entrega del ser.
¿Quién es Dios, para ti? ¿Dónde está Dios, para ti? No salgas hoy de tu casa
sin la seguridad de que él va contigo. “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me
buscaréis de todo vuestro corazón”.





15 de marzo



DIOS PUEDE


Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que le pedimos o entendemos, según el poder
que actúa en nosotros. Efesios 3:20.
L
as hermanas de Lázaro habían enviado mensajeros a Jesús, pidiéndole
que, por favor, fuese con urgencia a ayudarlas. Lázaro, aquel a quien Je-
sús amaba, estaba enfermo.


El Señor no fue; demoró más de la cuenta. Cuando fi nalmente llegó, ya
era demasiado tarde: Lázaro no solo había muerto, sino también su cuerpo
había entrado en estado de descomposición.


El lamento de Marta fue desgarrador:
–Señor, si hubieses venido, mi hermano no habría muerto.
¿Se había equivocado Jesús? ¿Le salieron mal los cálculos? ¿Por qué no
atendió inmediatamente el pedido de dos hermanas angustiadas?


Lo que siguió a continuación confi rma la promesa del versículo de hoy:
Jesús resucitó a Lázaro. Marta y María habían pedido solo una curación; Je-
sús, aparentemente, no atendió su pedido. Él tenía dispuesto algo más gran-
de: una resurrección.
Cuando las cosas no salen como quisieras que saliesen; cuando Dios, en
apariencia, tarda en responderte, no desesperes. La promesa es que él hará
cosas más grandes que las que le pediste. Dios es poderoso. ¡No te atrevas a
dudar de su poder! Todo puede estar perdido, desde el punto de vista hu-
mano. Pero no para Dios. Él es poderoso. Abrió el Mar Rojo; hizo caer maná
del cielo; cerró las fauces de los leones; derrotó a un gigante solo con una
pequeña honda y dos piedrecitas.
Ese Dios no duerme, ni dormita, en las páginas de la Biblia. Esas historias
no son ingenuas invenciones de la mente humana, para lograr que los niños
duerman. Sucedieron con seres humanos semejantes a ti; y pueden ser tam-
bién una realidad en tu experiencia si, con fe, te apoderas de esas promesas.


Por eso, no temas. Si miras por la ventana y observas a miles de “sol-
dados” armados hasta los dientes, dispuestos a destruir tu vida, confía en
Dios. En el nombre de Jesucristo, enfrenta tus temores. Tal vez, ellos sean tus
peores enemigos. Pero, también serán vencidos si, antes de salir a encarar las
luchas que te esperan, recuerdas que a tu lado está “Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que le pedimos
o entendemos, según el poder que actúa en nosotros”.


Continua..



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