¿Estamos preparados?

Javier cabrera

Pocas veces hemos escuchado hablar de un terremoto de 8.8 grados en la escala de Richter que dure entre 2 y 3 minutos, menos aún, de 60 réplicas posteriores a un evento como este, y ni se diga del tsunami que se produjo como consecuencia del mismo. Una catástrofe como esta, vivida por Japón el viernes anterior, solo había sido recreada en las películas más fantasiosas de Hollywood, ante las cuales, la realidad limita con lo absurdo e ilógico. Sin embargo las imágenes registradas desde el país Nipon, nos lanzan a una realidad cruda pero cierta, la naturaleza en cualquier momento nos da sorpresas, y nunca estamos ajenos a que una catástrofe nos azote.

Japón, un país acostumbrado a movimientos telúricos, diseñado en sus estructura para soportar en forma constante los movimientos de la tierra, con un sociedad civilizada, preparada para afrontar un cataclismo como el que afrontó, tiene hoy en día a cuestas, una situación alarmante, critica y lamentabl

e; una situación que hasta el momento en que escribo estas líneas no ha mostrado su verdadera dimensión. Algunos se atreven a especular, pero se quedan en eso, en especulaciones.

Sin embargo los miles de muertos, de desaparecidos y las cuantiosas pérdidas que afronta esa región del mundo no se soportan en las especulaciones, son reales. Por eso al margen de los supuestos y de los vaticinios, en nuestro país, al otro lado de los hechos, una pregunta nos debe sacudir. ¿Estamos preparados para soportar una situación similar o menor a la que soportó Japón? Es más ¿qué puede ocurrir en una ciudad como Neiva ante una situación similar? No pretendo ser fatalista y espero que estemos siempre al margen de vivir tragedias similares, sin embargo la respuesta a estas reflexiones es fatalista.

En ese sentido, es importante que nuestros gobernantes entiendan que una tragedia como la de Japón no es ajena a nuestra realidad ni se puede predecir o anticipar y desafortunadamente al priorizar inversiones poco o nada se deja para prevenir, atender y concientizar a la ciudadanía, menos para enseñarle la forma en que se debe proceder en caso de una terremoto o tragedia similar. El mundo nos está mostrando que en cualquier parte pueden ocurrir hechos catastróficos, que nadie está exento de padecer una situación similar. La pregunta es, entonces, ¿estamos preparados?.

Personalmente creo que las circunstancias, invitan a que reflexionemos sobre nuestra capacidad para afrontar calamidades como la que se han presentado en otras esferas del mundo. Debemos revisar nuestra situación actual.

Por eso, hoy que estamos viviendo las consecuencias catastróficas provocadas por la emergencia invernal que aún azota a todo el país, y que se hubiesen podido minimizar con obras de mitigación, protección y prevención, muchas de ellas ya incluso proyectadas, la lección que nos deja el terremoto en Japón y el pueblo japonés, es que no podemos ser tacaños a la hora de invertir en infraestructura, tecnología y acciones que nos resguarden de los desastres provocados por la fuerza de la naturaleza.

El Sistema Nacional de Prevención de emergencias y Atención de Desastres, debe contar con un presupuesto acorde a la importancia de estos asuntos, pero ante todo, los gobiernos nacional, departamentales y municipales deben acometer las grandes obras y dotaciones que se requieren para prevenir, contener y/o minimizar los efectos de inundaciones, desbordamientos, derrumbes, incendios y terremotos, entre otros desastres.