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jueves, 3 de febrero de 2011


Interdependencia

Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 1 Corintios 12:21.


Dios es un Padre de muchos hijos. Se deleita en relacionarse con ellos y en que estos, por su parte, se relacionen entre sí. Es un privilegio pertenecer a la familia de Dios. Está simbolizada, en la Biblia, por el cuerpo, que no es otra cosa sino el conjunto de órganos, o miembros, que se relacionan entre sí.


El cuerpo no existiría sin los órganos; pero, un órgano solo no es el cuerpo. Con este simbolismo, el Señor Jesucristo destaca la lección de la interdependencia entre los cristianos: todos necesitamos de todos. Los pies necesitan del corazón; el corazón necesita de la cabeza; y la cabeza necesita de los riñones. Nadie es superior a nadie, y nadie es mejor que el otro.


El problema es que, en ocasiones, los que más trabajan son los que menos aparecen, y los que más aparecen son los que menos trabajan.


Por ejemplo, en las campañas de evangelización que realizo, hay gente que pasa toda la noche instalando el sistema de sonido, la iluminación; o arreglando la plataforma y las sillas. Pero, durante el evento, estas personas ni siquiera son mencionadas; yo, que hice nada, estoy en evidencia durante el tiempo que dura la predicación.


Aparentemente es una injusticia, pero Pablo menciona que el ojo no puede decir: porque no soy oído no soy del cuerpo. El éxito de la comunidad depende de la correcta interrelación e interdependencia de los órganos.


Hay algo más: somos una iglesia en camino a la perfección, pero todavía no somos perfectos. Por lo tanto, no siempre las cosas funcionan como tú quieres. Pero, la solución no es omitirse, ni quedarse a un lado, criticando al cuerpo.


¿Cuál es tu lugar dentro del cuerpo de Cristo? Este es importantísimo, porque ningún miembro puede vivir por mucho tiempo aislado del cuerpo. No te preocupes si el lugar que ocupas es pequeño o grande, si es prominente o no. Asegúrate de estar ocupando un lugar en la iglesia de Dios.


Este es un remedio para las personas que creen que no se les presta mucha atención. Alguien que cumple su misión dentro del cuerpo no tiene tiempo para sentirse abandonado o rechazado; solo desarrolla su trabajo y no tiene tiempo para lamentaciones.


Revisa hoy la manera en que te relacionas con las personas, y sé consciente de tu interdependencia. Porque “ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros”.


El Dios de tus padres


¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga como os ha prometido! Deuteronomio 1:11


La llamaban Canela, por el color de su piel morena. Cuando sonreía, aparecían sus dientes, como manada de ovejas blancas en orden. Era bella, inteligente y perspicaz. Soñaba con ser abogada, y no tuvo dificultades para realizar su sueño.


En la universidad, conoció a un profesor, dueño de uno de los estudios más grandes del país. Se casó con él después de la graduación, y en pocos años se había transformado en una profesional brillante, reconocida y adinerada.


Al mirar hacia el pasado, recordaba a sus padres, gente sencilla, llevándola a la iglesia y contándole historias bíblicas a la hora de dormir. Todo eso le parecía tan distante e ingenuo. Consideraba aquellos tiempos una fase superada de su vida. Su fe había desaparecido, junto con las limitaciones de su infancia. No necesitaba de Dios. Al menos, eso creía…


Sus padres fallecieron, tristes, por verla apartada de los caminos de Dios. Ella nunca había deseado herirlos; siempre había sido una buena hija. Solamente decía no necesitar de Dios. Los años transcurrieron y, un día, la tragedia tocó su vida.


 Un accidente de tránsito cegó la vida de su esposo, y la dejó condenada a una cama, para el resto de la vida.


Puedes imaginar lo que vino después. Casi sin recursos financieros, sin salud, sin amigos, rodeada de gente que solo se había aprovechado de su dinero, se acordó del Dios de sus padres y clamó a él.


¿Percibiste que mucha gente considera a Dios un simple detalle, dispensable? El ateísmo negaba la existencia de Dios, pero pasó de moda: ser moderno, hoy, es creer en Dios e incluso concurrir a la iglesia. Pero, eso no afecta la vida. Creer en Dios o ser fanático de un equipo de fútbol no es muy diferente; no influye en las decisiones ni modifica la conducta. Ese Dios no es “el Dios de nuestros padres”.


El mensaje de hoy es un llamado a la renovación de los valores espirituales, al compromiso, a una relación viva con el Dios creador del cielo y de la tierra.


Permite que ese Dios haga la diferencia en tu vida hoy. Entrégale tu corazón. Comprométete con él, y “que Jehová, el Dios de tus padres te haga mil veces más de lo que ahora eres y te bendiga, como lo ha prometido”.


Que Dios te bendiga.


Fuente: Reflexiones Cristianas

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